Cuando un proyecto tiene un tema específico, como por ejemplo un personaje, un fetiche o una imagen, sirve de base para las ideas. A partir de allí voy desarrollando la estética y el estilo seguido por la parte técnica de construcción y colocación.
Es un juego que me encanta y lo disfruto mucho, sobre todo si los clientes están abiertos a ideas inéditas y divertidas como fue en el caso de la librería Pynchon, donde el excéntrico escritor sirvió de base para los objetos decorativos de este singular espacio.